la explicación es sencilla: coser el pantalón


necesito aguja e hilo de coser, por ejemplo,
entonces aquel tipo del tren,
sin un brazo y en muleta, vende veinte agujas de todo tipo por un peso,
no gracias,
me acuerdo también que tenía más de una moneda de un peso,
en Unión y Libertad,
me acuerdo aún de que el tipo me dio pena y le esquivé la mirada
no gracias,
pero para entonces ya estoy con la mitad del cuerpo enterrada en un parque jardín,
olvídense del resto,
puede observarse como me crecen ramas a la altura de las axilas,
después hojas
y entre la fronda un nido vacío,
desde las yemas de los dedos despuntan unas espinas finitas,
como de cactus,
que si se mira con detenimiento no dejan de parecer agujas



*


Texto nuevo




El reloj marca las 6:27 de un día ventilador
y espiral toda la noche, pero ya lo último,
porque las cenizas ahora forman otro
espiral gris sobre un plato de loza,
ahí nomás el ventilador digo / gira
parecido a un hélice que se brisa de vientito,
pero afuera, quizás trece o catorce minutos
antes todavía, el patio teñido de azul aplasta
las bicicletas contra el blanco del paredón,
sin que a la ventana le importe siquiera en sus marcos.
El patio todavía de noche afuera, constelado bajo
el cielo como hacía toda la noche. Y la habitación,
ventana y todo, de lamparita encendida, perdón
las seis y veintisiete son apenas unos minutos
en puñados, como cuchillos de tiempo
clavados en la pared cada sesenta segundos,
y ni noticias, oriente no asoma detrás
del paredón blanco del patio, tampoco
en el kiosco de diarios habían apagado
los tubos y las luces de la avenida lucían en fila
como hacía toda la noche. La habitación digo,
negándose al día, indiferente, la ventana digo,
no es ajena a ese patio dentro de unas horas
cuando el calor de la siesta,
pero el reloj marca las 6:27 y oriente no asoma
detrás del paredón blanco del patio, el ladrido
de un perro con racimos de estrellas en el hocico.




*



fuera del ritual de las Letras, la f parece un farol

a la hora en la que los para qué forman un cerco
circunferencia o cuadrilátero da igual / ¿o no?
una batalla entrañas adentro, debajo del montón de huesos
el estómago con las riendas de mi cerebro
donde la batalla y sus trincheras,
y a los hombros la mochila, misma hecha otra sobre
los hombros mismos hechos no otros pero sí otros

los para qué parapetados para qué
escribir a esta hora y dónde sino
no sobre la mesa de un bar / menos contra la ventana
no, en el tren sí
¿y acá?
fuera del ritual de las Letras, la f parece un farol

con cierta familiaridad negativa alumbra
menos un fondo que un límite extremo
el estilo está más allá de su haz de luz
imágenes, elocución, léxico
nacen del pasado y del cuerpo de ese farol f
lenguaje autárquico / hundido en la mitología personal
la dimensión vertical y solitaria del pensamiento

veinte minutos más tarde inquieto el corazón
de ojos nublados como cielos de marzo
que abren paso en el inconsciente
a la f del farol, o su sombra en la pared

noes continuos aniquilan cualquier tipo de nihilismo
aquí y ahora: las agujas mandan
las puertas de la noche cerradas

*


No caen tan lejos



tenso los dedos y una descarga cerrada
tres mil llantos de lactantes
refusila sin cuartel
¿para qué habrá luna hoy a la noche en Bagdad?
las manos se tensan, no puedo moverlas
¿y si mañana no amanece?

sentémonos a la mesa
inmóviles en un zafarrancho hediondo
hoy en la noche de Bagdad
a la hora de la cena
acá nomás, el asedio
detrás de una cortina de humo
el televisor es una boca de fuego
irrealidad de pantalla
implacable
absurdo, el humo es real
nauseabundo, el fuego arde
humo y fuego de carne y hueso
no caen tan lejos
tres mil misiles
en cuarenta y ocho horas
y acá nomás
me dan asco
las genuflexiones periodísticas
de cara al asco
las reverencias ante la superioridad
de una máquina de muerte
tres mil misiles
en cuarenta y ocho horas
que cotiza en bolsa
como el petróleo
¿escuchás?
no caen tan lejos
y si tu almohada no te deja dormir
tomá un cachito de silencio
escuchá, no caen tan lejos


*


Bisagra

“tinta sobre papel”




a esta hora las horas duermen y una heladera hiela el encierro de un cubito
con ánimo de julio sin bufanda despunta otra madrugada de
pasajeros noctámbulos, rumores de un día que descansa sobre otro
éste que asoma dentro de un rato
cuando las sombras de las luces de mercurio
se replieguen atemorizadas
por miedo a desaparecer para siempre

a esta hora digo, uno tiene la sensación (o lo que queda de ella)
de que el tiempo no transcurre
se escurre por alguna canilla que gotea
ajeno al reloj despertador, a sus cinco pesos en la vereda de Retiro,
a su tiranía de agujas de extremos fosforescentes
tic-tac, tic-tac,
bisagra del espíritu insomne,
tic-tac, tic-tac,
insomnio del espíritu bisagra
habitáculo al cubito de hielo encerrado
y el cansancio a la deriva no encuentra lugar en el cuerpo
(o espalda jornada laboral)
al acecho fuma fatiga, a los tumbos danza mudo
alrededor de una cama vacía,
sábanas revueltas, enredadas a tu ausencia


*


Nada que festejar

el puente que falta viene a buscarme
al cordón de la vereda
cinco siglos repetido
desde el espíritu de cruzada
la pericia técnica, ultramar
artillería naval —¿te suena?—


un vasto océano circundante
según Hiparco, Eratóstenes, o Estrabón
y las referencias bíblicas, leyendas
o relatos de viajeros
pero la exactitud operatoria de los portulanos
sólo era admisible para travesías
orientándose en las estrellas


el puente que falta viene a buscarme
con su astrolabio a cuestas
en la cubierta de un barco balanceándose
menos marinero y menos barloventeante
que los Juncos de China
(las Galeras ganaron la batalla de Lepanto)
con castillos de combate salientes
a proa y a popa faena bélica
el fuego por los costados
refuerza la acción de los arcabuceros
y comerciantes


con el Mapamundi en el corazón
“creía el Almirante
que estaba muy cerca de la Fuente,
y que Nuestro Señor le había de mostrar
donde nace el oro y fluyen riquezas
en cascadas auríferas”
amén / sabios indignos de fe arrodillándose
un Continente de hombros hambrientos
saquean